Para muchos (y me incluyo), el cierre de Megaupload es algo lamentable. Sin embargo el fin de la descarga directa no es el fin de compartir datos, ya que los torrent siemptre han sido una alternativa igual de efectiva, aunque a lo mejor un poco más engorrosa. Lo que es realmente importante preguntarse, es si el cierre del servicio es un gesto de parte de la autoridad estadounidense frente a SOPA y PIPA, y qué significa realmente.
Yo creo que no. Ambos hechos han sido relacionados por la opinión pública, insinuando que la muerte de Megaupload tenga algo que ver con la discusión legislativa. Una
de las falencias del proyecto Sopa, es justamente que los portales podrían ser responsabilizados
por el actuar de sus usuarios, a pesar de no estar en conocimiento de sus
acciones. Sin embargo, y si bien es cierto que entre las acusaciones figura la
violación de propiedad intelectual, las verdaderas razones detrás del cierre
del servicio masivo de descargas fueron las prácticas ilegales de los propios
dueños de dicha compañía y no las infracciones cometidas por sus usuarios.
El debate de si se puede frenar de alguna forma el compartir datos por internet está muerto y es irrelevante. La única forma posible es censurar a las personas, y si realmente algún estado democrático está dispuesto a tomar esa vía, se encontrará con una oposición masiva y si no... entonces no es democracia real. Internet es el equivalente moderno de la imprenta (cuando los escribas la condenaron por reproducir los textos y efectivamente dejándolos sin empleo) o como la analogía que ya muchos han usado del refrigerador, cuando antes de su existencia había que cosechar hielo en montañas cercanas.
Megaupload no es ilegítimo como herramienta para compartir contenidos, es ilegal porque sus dueños hacían lavado de dinero a través de un negocio que usaba como tapadera un servicio de descargas, justamente para crear la impresión de que se les condena por ser el medio para los usuarios. Cabe
preguntarse entonces cómo responderá la justicia estadounidense a los miles de
usuarios que pagaban por el servicio sin conocer la naturaleza ilegítima de la
compañía. Por otro lado, esta situación podría abrir el debate en torno a la
confianza que puedan tener los servicios de almacenamiento en la nube, sobre
todo cuando las personas depositan archivos de valor personal en un mercado
cuya confianza se puede haber visto mermada por este episodio.
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